Rilke Guillén Roca o la pintura

como la mano que pare a Dios

Andreu Subirats

En una realidad simultánea y dispersa que el color y el trazo recogen a flor de mar, a flor de tierra, a flor de sueño, a flor de cosmos como al paso de la vida la flor de la mujer da a luz el sueño en el espacio de lo que muere y de lo que permanece, la obra plástica de Rilke Guillén Roca es fruto de mar y de mujer, de tierra y mar y sueño cósmico y se desdobla en realidades simultáneas y dispersas que desembocan en una realidad que nos contiene y nos desecha incensante y nos detiene en el instante original de la creación que es lo creado creándose y recreándose en una realidad simultánea y dispersa en el espacio trágico, amoroso y dramático que la pintura hace suyo como un mundo en el mundo y en los mundos de lo que es y se expresa y es solitario y simultáneo y disperso como la realidad total y moridora. De todo esto entregan cuenta su dibujo y su pintura, donde la figuración y la abstracción y el mito y la realidad brazos se dan la mano, en alegoría de vida vivida y vida imaginada simultánea y dispersa como la mano que pare a Dios y a las diosas creadas.

En la obra de este joven artista mexicanocatalán, espiritual y vitalmente crecido y escindido entre dos modos de ser, de pensar y de sentir que le han dejado huella de dos paisajes humanos y de mundo que son dos y son uno, una densa capa lúdica de angustia existencial siempre indagatoria y siempre insatisfecha por su vocación de búsqueda en trascendencia del absurdo propio y del absurdo absoluto, se impone sobre fondos estelares o abisales o terrestres u oníricos y se despliega en una poderosa dimensión erótica que es al mismo tiempo respuesta de origen a la vida, fuente del amor y del acto creador y grito ronco de viva permanencia jubiloso frente a la muerte.

contacto: 618 45 28 36 (barcelona)